Así la compré.
Blanca, desnuda de todo vestido.
Una simple mesa de pino.
Apenas lijada.
De 0,80 por 0,40 cm.
2 Cajones.
Patas curvas.
La lije.... hasta el cansancio.
La pinté con latex borgoña (si latex, pintura al agua) para que la base no sea tan clara y el color definitivo no sea tan brillante.
Después... ¿adivinen?...
La volví a lijar, hasta el cansancio, otra vez....
Y le pinté la tapa de arriba con barniz protector de madera que es impermeabilizante.
2 manos o 3???
(ya no me acuerdo....)
5 días después de que se secó,
(la humedad en Buenos Aires es elevada)...
la pinté toda, menos la tapa, con esmalte sintético color bermellón.
Le dí 2 manos de pintura, hasta que me gustó el resultado.
La dejé secar muy bien... y sobre todo esperé a que el olor de la pintura se digne a partir...
Después tomé la cámara de fotos y empecé a disfrutar de mi mesita.
Me di cuenta que con todos los colores queda bien.
Con el amarillo me tomé un café.
Con el azul y verde, recordé el mar...
Hasta un pequeño cuadro que pinté hace mucho, le hace buena compañía.
Y eso es todo...
Estoy contenta con el resultado.
Es alegre y le da a mi living, un toque de color que le hacía falta.
Gracias por visitarme y comentar las entradas,
siempre es un placer leerlas.
siempre es un placer leerlas.
María.
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Contame..... me encanta leerte...